6 de enero de 2014

Una interpretación para el sueño de Carlos Peña sobre educación pública

Por Antonio Moreno Obando

En el día de ayer, el habitual columnista del Reportajes del diario El Mercurio, Carlos Peña, escribió un análisis de dos planas sobre el programa de educación de la presidenta electa Michelle Bachelet llamada “La revolución blanda”. El autor desplegó una serie de argumentos para problematizar sus medidas, formando a su vez una cadena con variados conceptos filosóficos y políticos como fundamento de su crítica. Uno de los conceptos seriados en esa cadena fue el de Condensación de Sigmund Freud. Considerando que es muy escaso hoy en día leer textos sobre nuestra vida civil y cotidiana sostenidos desde un marco de referencia más profundo, resulta inevitable tomar un contrapunto de lectura para alejar las cavilaciones de las certezas y dejar el mensaje transcurrir como los malos entendidos del lenguaje, tan importantes para el psicoanálisis.

Cito: Hoy se cree que todos los viejos problemas de la justicia pueden resolverse con una reforma sagaz del sistema educativo. Este raro reduccionismo es parecido a lo que Freud, en La interpretación de los sueños, llama condensación: varias cadenas de ideas reducidas a un único punto, donde todas ellas se entrecruzan. En este caso, las cadenas de ideas son la desigualdad de ingresos, la carencia de meritocracia, la falta de capital humano, la incultura. Todas esas ideas se intersectan y condensan en una sola: la institución educativa.

La condensación acá es tomada como uno de los mecanismos de lo que Freud llamó trabajo del sueño, propio del proceso primario del inconsciente, que toma una serie de recuerdos agrupándolos sin una coherencia lógica para la consciencia en una imagen para la construcción onírica durante el dormir. La referencia de este concepto aparece en la columna en medio de una trama de argumentos donde se repiten más de una vez palabras como inundar o ambigüedad, aludiendo a fuerzas irracionales que irrumpen en el ponderado “uso público de la razón”. Se hace así visible el malestar de un columnista que pone en palabras mediante la denuncia de una distorsión de la discusión política, que concentra su atención en el ámbito educativo y despolitiza los otros ámbitos del espacio público.

Más adelante, para explicar la porfiada repetición de la desigualdad en nuestras escuelas, aparece mencionado habitus de Bourdieu, concepto inspirador para las teorías de la pedagogía crítica y sus concepciones reproduccionistas. Explica que en las escuelas hay cierta transmisión de códigos que expresan inequidades estructurales en un contexto social más amplio, razón por las cuales muchas de las medidas reducidas a focos paliativos no logran dar un vuelco a las condiciones simbólicas y materiales segregadoras desde la cuales se construyen los discursos que nuestros niños aprenden en el aula.

Una vez involucrado en este recorrido, algo en la elección del concepto de condensación para introducir la dirección de estos argumentos deja sorprende, al referirse a un concepto artífice del proceso constructor de los sueños y sus enigmas. Es como si toda esa elaboración de estos malestares apareciera en el texto como una pesadilla, mezclando temas inconexos, generando monstruosidad en los argumentos, callejones sin salida, repetición una y otra vez de las mismas cosas. 

Para Freud no fue fácil darle un sentido unívoco a los mecanismos de condensación y desplazamiento. Sin embargo lo que queda articulado es que la censura cumple un rol fundamental al gatillar la desfiguración que operan estos mecanismos para distraer a la consciencia del carácter traumático de las representaciones reprimidas. Esta articulación permite no solo encontrar un modo para interpretar los sueños sino fundamentalmente explicar la formación de un síntoma como expresión de un deseo inconsciente que debe disfrazarse para aparecer consciente. Por eso Freud llamo al síntoma un “compromiso de solución” pues con las transmutaciones de la condensación y el desplazamiento, el síntoma al igual que un sueño, un lapsus o un chiste, puede llegar a la conciencia y así buscar de alguna forma de descarga. 

Para Lacan y la incorporación de la lingüística estructural a la comprensión de los conceptos freudianos, esta condensación freudiana inspirada en lo hidráulico ahora se entenderá como una metáfora, es decir, una manera de volver a decir lo que ya estaba dicho de otra forma en alguna parte de ese aparato anímico que ya no está encerrado en un solo individuo, sino que es la estructura del lenguaje en su conjunto. Avanzando en la misma dirección Lacan en su texto “La instancia de la letra” habla de aquella tradición que se transmite estructuralmente en los discursos, como un ordenamiento que ya no pertenece a un solo sujeto y que revela una forma de ordenamiento en donde se producen las significaciones. 
 
Acá nuevamente llegamos a los problemas que porfiadamente repiten las mismas condiciones de significación para nuestros estudiantes, estos puntos de la estructura que nos obligan a reproducir nuestros significados en la competencia por el rendimiento académico y el éxito individual de los que pueden, de la separación entre las clases y la condicionalidad de los derechos, los mismos que también son el habitus de Bourdieu, o los principios reproduccionistas de la pedagogía critica que nos sitúan en un laberinto de desigualdad.

En la formulación problemática que nos propone Carlos Peña, dejo como contrapunto un solo matiz: esta convergencia de todos los temas políticos a un solo ámbito llamado condensación no es una reducción, es una metáfora que está diciendo nuevamente nuestras mismas decepciones republicanas, que en su particular modo de aparecer ahora resulta admisible como contenido para nuestra neoliberal conciencia expresada en sus lugares de poder. Es una metáfora y por lo tanto también es un síntoma, una formación de lo inconsciente que como un malestar se presentifica para señalarnos algo de nuestro deseo, es una solución de compromiso, una manera de situarnos también como sujeto en el entramado social, de implicarnos y poder señalar un camino que vaya a favor de nuestra subjetividad.

5 de enero de 2014

Hey, Hey, Hey. Malo el chiste

Por Peter Molineaux

El video lanzado para iniciar el año por la banda nacional Los Tres ha logrado levantar reacciones airadas desde varias sensibilidades tanto en las redes sociales como en los medios tradicionales de prensa.

La Ministra del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), Loreto Seguel, condenó el clip en su cuenta de twitter declarando que “naturaliza la violencia y el femicidio como forma de resolver conflictos. Chile no necesita esto!”

Por otro lado, aparecen voces llamando a la calma con la idea de que es sólo una canción mientras que otras llaman al incendio porque ¿CÓMO NO SE PUEDE DECIR NADA EN ESTE PAÍS SIN QUE A UNO LO HUEVEEN?

De todas formas, si el fin de un video clip es hacer conocida masivamente a una canción, este logró su objetivo. Sin embargo, la calidad de la obra audiovisual, más allá de su efectividad, ha sido cuestionada. Aparentemente buscaba lograr un tono irónico o cómico: basta mirar la cara de juego de Titae en la mayoría de las escenas o el cadáver de la mujer bailando para sospechar que iba en esa dirección. Sin embargo, el director Boris Quercia intenta agregar provocación con la inclusión absolutamente gratuita de una escena lésbica. También usa el recurso del realismo chileno de sus personajes recordando su estilo en la serie Los 80. Todo confluye en una mezcla que no resulta. Un mal chiste que se quema con un tema altamente sensible.

Seguramente al escuchar la canción, sin el video, ni la Ministra ni las redes sociales habrían tenido reacciones tan encendidas. Los Tres nos tienen acostumbrados musicalmente a un cierto nivel de ironía y humor de vez en cuando: son los autores de Somos tontos, no pesados y su cuarto álbum se llama Fome, por ejemplo.

El video clip de Hey, Hey, Hey, sin embargo, hizo la parte de chiste fome y nadie se rió.

Chiste fome cae mal.

En su exploración del funcionamiento del alma humana, Freud dedicó una de sus obras fundacionales al Chiste y su Relación con lo Inconsciente. Su tesis era que el chiste es usado para hacer pasar material inconsciente reprimido a la consciencia, evadiendo los mecanismos de la represión y causando esa convulsión placentera llamada risa. En lo inconsciente están, por supuesto, los deseos más oscuros e inconfesables que por ese breve momento en que son pasados al entendimiento por el chiste causan el placer de ser expresados. Por ser considerado sin seriedad, el chiste permite la paradoja de mantener y burlar la represión al mismo tiempo. El material de un chiste no puede ser dicho directamente por ser socialmente rechazado y el comediante recurre a los mecanismos de condensación y desplazamiento para lograr su efecto. La ironía, que parece ser la intención de la canción de Los Tres, opera por desplazamiento de un contenido en su contrario. Para esta canción se trataría de condenar el femicidio cantando un femicidio. Si esa ironía funciona, se entiende que la banda está en realidad condenando la brutalidad, lo que dependerá de la sutileza de su sentido del humor. Esta canción, empero, se difundió asociada al mal chiste de su video clip y el chiste no funcionó.

Como le pasó a Michael Richards (el Cosmo Kramer de Seinfeld) cuando intentó hacer un chiste utilizando la palabra nigger contra un miembro de el público que lo interrumpía en su show de stand-up, el clip de Los Tres recibe su castigo social por no dar en el clavo del humor y decir sin chiste aquello que todos condenamos.

La delicadeza del chiste es decir aquello que deseamos decir a pesar de su naturaleza reprochable. Por eso la reacción en este caso ha sido tan amplia y apasionada: el mal chiste revela el deseo inconsciente machista de un hombre, lo que es burdamente subrayado por ese otro deseo inconsciente masculino que es la escena lésbica escenificada por el clip con dos mujeres típicamente heterosexuales (otra cosa hubiese sido poner a dos lesbianas con características más masculinas, más butch, pero aquí operó el inconsciente de un hombre). Lo que hace arder las redes sociales es que como no funcionó ni condensación ni desplazamiento por la saturación que produce el deseo de provocación del clip, se entrevé el deseo del hombre. 

Ese deseo masculino, patriarcal, sin las represiones que garantiza el pacto social, es justamente homicida (también femicida, claro) y violador. Los esfuerzos civilizadores de la vida en común hacen que la agresión y los impulsos sexuales se recluyan en las capas más profundos de cada sujeto, pero aparecen justamente en los hombres cuando se levanta la guardia que la cultura les impone. Aparecen en la borrachera, en el estadio, en el cenit del éxito, en la confrontación, en el taco y en la carretera. Aparece ciertamente menos en las mujeres, ya que por estructura lo femenino tiene otros accesos al goce.

Frente al mal chiste nos ha tocado intentar dar una interpretación. ¿Qué cresta quisieron decir Los Tres? La que puede aportar el psicoanálisis es que al fallar el chiste muestra con demasiada claridad un deseo reprimido que por su naturaleza debe mantenerse reprimido y quizás aparecer con mejores máscaras la próxima vez. Pero hay que buscarle interpretación a ese mal chiste, porque la alternativa que elige la Ministra del Sernam es darle sentido literal, lo que significa, como en la psicosis, no entender que una cosa puede significar otra cosa que lo que dice.

En esto se basa toda la experiencia de la civilización: a pesar de que lo más terrible es la existencia del otro —es decir del otro sexo— hay que inventar algo para que eso se pueda llevar en relativa paz y no destruir al/a la del frente. Es buena idea hacer una canción y un video, pero si nos sale mal el invento se nota lo terrible. Por el otro lado, si nos ponemos literales para la lectura de los inventos la tranquilidad va a durar poco.