En el día de ayer, el habitual columnista del Reportajes del diario El Mercurio, Carlos Peña, escribió un análisis de dos planas sobre el programa de educación de la presidenta electa Michelle Bachelet llamada “La revolución blanda”. El autor desplegó una serie de argumentos para problematizar sus medidas, formando a su vez una cadena con variados conceptos filosóficos y políticos como fundamento de su crítica. Uno de los conceptos seriados en esa cadena fue el de Condensación de Sigmund Freud. Considerando que es muy escaso hoy en día leer textos sobre nuestra vida civil y cotidiana sostenidos desde un marco de referencia más profundo, resulta inevitable tomar un contrapunto de lectura para alejar las cavilaciones de las certezas y dejar el mensaje transcurrir como los malos entendidos del lenguaje, tan importantes para el psicoanálisis.
Cito: Hoy se cree que todos los viejos problemas de la justicia pueden resolverse con una reforma sagaz del sistema educativo. Este raro reduccionismo es parecido a lo que Freud, en La interpretación de los sueños, llama condensación: varias cadenas de ideas reducidas a un único punto, donde todas ellas se entrecruzan. En este caso, las cadenas de ideas son la desigualdad de ingresos, la carencia de meritocracia, la falta de capital humano, la incultura. Todas esas ideas se intersectan y condensan en una sola: la institución educativa.
La condensación acá es tomada como uno de los mecanismos de lo que Freud llamó trabajo del sueño, propio del proceso primario del inconsciente, que toma una serie de recuerdos agrupándolos sin una coherencia lógica para la consciencia en una imagen para la construcción onírica durante el dormir. La referencia de este concepto aparece en la columna en medio de una trama de argumentos donde se repiten más de una vez palabras como inundar o ambigüedad, aludiendo a fuerzas irracionales que irrumpen en el ponderado “uso público de la razón”. Se hace así visible el malestar de un columnista que pone en palabras mediante la denuncia de una distorsión de la discusión política, que concentra su atención en el ámbito educativo y despolitiza los otros ámbitos del espacio público.
Más adelante, para explicar la porfiada repetición de la desigualdad en nuestras escuelas, aparece mencionado habitus de Bourdieu, concepto inspirador para las teorías de la pedagogía crítica y sus concepciones reproduccionistas. Explica que en las escuelas hay cierta transmisión de códigos que expresan inequidades estructurales en un contexto social más amplio, razón por las cuales muchas de las medidas reducidas a focos paliativos no logran dar un vuelco a las condiciones simbólicas y materiales segregadoras desde la cuales se construyen los discursos que nuestros niños aprenden en el aula.
Una vez involucrado en este recorrido, algo en la elección del concepto de condensación para introducir la dirección de estos argumentos deja sorprende, al referirse a un concepto artífice del proceso constructor de los sueños y sus enigmas. Es como si toda esa elaboración de estos malestares apareciera en el texto como una pesadilla, mezclando temas inconexos, generando monstruosidad en los argumentos, callejones sin salida, repetición una y otra vez de las mismas cosas.
Para Freud no fue fácil darle un sentido unívoco a los mecanismos de condensación y desplazamiento. Sin embargo lo que queda articulado es que la censura cumple un rol fundamental al gatillar la desfiguración que operan estos mecanismos para distraer a la consciencia del carácter traumático de las representaciones reprimidas. Esta articulación permite no solo encontrar un modo para interpretar los sueños sino fundamentalmente explicar la formación de un síntoma como expresión de un deseo inconsciente que debe disfrazarse para aparecer consciente. Por eso Freud llamo al síntoma un “compromiso de solución” pues con las transmutaciones de la condensación y el desplazamiento, el síntoma al igual que un sueño, un lapsus o un chiste, puede llegar a la conciencia y así buscar de alguna forma de descarga.
Para Lacan y la incorporación de la lingüística estructural a la comprensión de los conceptos freudianos, esta condensación freudiana inspirada en lo hidráulico ahora se entenderá como una metáfora, es decir, una manera de volver a decir lo que ya estaba dicho de otra forma en alguna parte de ese aparato anímico que ya no está encerrado en un solo individuo, sino que es la estructura del lenguaje en su conjunto. Avanzando en la misma dirección Lacan en su texto “La instancia de la letra” habla de aquella tradición que se transmite estructuralmente en los discursos, como un ordenamiento que ya no pertenece a un solo sujeto y que revela una forma de ordenamiento en donde se producen las significaciones.
Acá nuevamente llegamos a los problemas que porfiadamente repiten las mismas condiciones de significación para nuestros estudiantes, estos puntos de la estructura que nos obligan a reproducir nuestros significados en la competencia por el rendimiento académico y el éxito individual de los que pueden, de la separación entre las clases y la condicionalidad de los derechos, los mismos que también son el habitus de Bourdieu, o los principios reproduccionistas de la pedagogía critica que nos sitúan en un laberinto de desigualdad.
En la formulación problemática que nos propone Carlos Peña, dejo como contrapunto un solo matiz: esta convergencia de todos los temas políticos a un solo ámbito llamado condensación no es una reducción, es una metáfora que está diciendo nuevamente nuestras mismas decepciones republicanas, que en su particular modo de aparecer ahora resulta admisible como contenido para nuestra neoliberal conciencia expresada en sus lugares de poder. Es una metáfora y por lo tanto también es un síntoma, una formación de lo inconsciente que como un malestar se presentifica para señalarnos algo de nuestro deseo, es una solución de compromiso, una manera de situarnos también como sujeto en el entramado social, de implicarnos y poder señalar un camino que vaya a favor de nuestra subjetividad.